Quería volar,
pero me quedé quieta en el aire
porque no tenía tus alas.
Y caí,
pero no dolió
físicamente.
Y lloré,
pero no de amor,
sino de miedo.
Miedo a lo que venía,
a lo desconocido,
a no volverte a ver,
a no saber qué era la vida sin ti,
a no saber seguir.
Pero me di cuenta de todo lo que valía,
contigo
o sin ti.
Que nadie muere de amor
y nadie vive de él.
Todo vuelve a ponerse en pie tras la caída,
con ayuda
o a solas.
N.
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