Un día recibimos el último mensaje de alguien, sin saber que será el último, y no lo valoramos lo suficiente porque creemos que llegarán más.
Ya no hay nada que hablar, y nos echamos de menos sin querer, por no darnos cuenta de que podría haber sido algo mejor si nos hubiésemos arriesgado a decir dos palabras, solo dos.
O quizás ya nada hubiese tenido sentido después de todo y estaremos mejor solos.
Quién sabe.
N
No hay comentarios:
Publicar un comentario